REMENBRANZA OCTUBRINA

Escribe: Teresa Chu Su

Vivimos actualmente en tiempos de zozobra, nadie sabe lo que nos depara el futuro, la coyuntura del Covid-19 y todo el caos que generó y sigue generando, así llegamos al mes de octubre, en otros almanaques un mes festivo por muchas razones, pero sobre todo para la comunidad octubrina: Aniversario de nuestra Alma Mater Colegio
Peruano-Chino “Diez de Octubre” ( 中華三民聯校 )

Vivimos actualmente en tiempos de zozobra, nadie sabe lo que nos depara el futuro, la coyuntura del Covid-19 y todo el caos que generó y sigue generando, así llegamos al mes de octubre, en otros almanaques un mes festivo por muchas razones, pero sobre todo para la comunidad octubrina: Aniversario de nuestra Alma Mater Colegio
Peruano-Chino “Diez de Octubre” ( 中華三民聯校 )

Tocó, esta vez, celebrarlo a la distancia social. No tuvimos actuación en el auditorio, ni Feria de Ciencias, ni actividades de promoción, ni fiestas de exalumnos, ni reencuentros, ni abrazos, ni las risas y anécdotas a los que estábamos siempre acostumbrados. Cada año llegaba el mes de octubre y dábamos por hecho que muchos amigos, ex compañeros de promoción que viven en el extranjero regresaban a visitar a las familias y empalmaban los reencuentros entre amigos de la infancia.
Nos acostumbramos a esto, hoy la ausencia nos hace reflexionar. Ahora nos damos cuenta que es un “lujo”, esas pequeñas cosas que no sabíamos valorar. Estar sanos, reunirnos con la familia, con los amigos, las carcajadas, los abrazos, una charla bebiendo un té o refresco.
En la previa y en el post de un aniversario octubrino era frecuente sentarnos en una mesa compartiendo ¿una cena?, ¿un almuerzo? eso lo de menos. Reunirnos era como alinear a los planetas, pero finalmente conseguíamos juntarnos.
Lo importante era las conversaciones e ideas que se tejían alrededor, la complicidad de amigos de infancia, tiene un ingrediente especial y es que todos “hablamos en clave”, indescifrable para el resto; entendemos que más que hacer nuevas amistades es saber seguir manteniendo las antiguas, aquellas que nos conocieron en la etapa escolar cuando éramos esencia pura, genuinos, auténticos. Sin poses ni títulos. Sólo nosotros.
Por mi parte, he intentado asistir a cada celebración de aniversario de mi colegio, aún si ya han transcurrido tantos años desde que colgué el uniforme escolar, el vivir en el extranjero mucho tiempo hizo darme cuenta que espectáculos culturales que exhiben en el “Diez de Octubre”, las tradiciones chinas como leyendas sacadas de los libros de historia, danzas y folclore chino no abundan así nomás, es raro , poco común verlo, no al menos con esa mística con que se forman.
Cuando se presenta la ocasión voy con orgullo al encuentro de mis raíces, y eso me pone contenta. Admiro a estos jóvenes que continúan la tradición y escriben tal vez sin saber la continuación de la historia del Primer Colegio Chino de América, que este año cumple 96 años de oro. Toda una institución. Da gusto ver a las nuevas generaciones de octubrinos que practican las danzas chinas como del Dragón y del León y todas las artes marciales, lo hacen con destreza y sobre todo con convicción. También cuando toca la laureada Banda de Música del plantel con renovado repertorio. Vistiendo el vistoso uniforme y desfilando por el patio principal, el ambiente de jolgorio y alegría de reencuentros, mezcla de muchos sentimientos y nostalgia que sólo el egresado entiende desde que atraviesa el umbral.
Este año no se pudo celebrar pero no faltarán momentos para volver. Ya habrá ocasión.

 

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