RUTA CHIFERA

Transitando por San Borja

Dar un número definitivo en la parte de la larga avenida Aviación en San Borja no es imposible, pero si una tarea dificultosa conocer con certeza cuántos chifas funcionan en esa arteria que conecta a seis distritos capitalinos. Quizás alrededor de un centenar, a ojo de buen cubero, aunque la pandemia de la Covid-19 obligó al cierre de varias decenas. Pero entre la Javier Prado Este y la avenida Angamos esos restaurantes chinos han encontrado un área fértil, incluso faltan estacionamientos ante la gran demanda que generan.
¿Cómo llegaron ahí? El empresario Felix Yong Tataje, uno de los referentes gastronómicos de la comunidad sinoperuana (al frente de la cadena El Chinito), tiene una teoría pragmática: como todo espacio comercial, era natural que en la avenida Aviación existan chifas que satisfagan la demanda. La década del ‘90 supuso el comienzo y, hacia la segunda década del 2000, se dio el apogeo con la aparición de más y más negocios similares, incluyendo mercados con productos e ingredientes chinos.
Solo en el Perú podría encontrarse una pollería que opere también como chifa, aunque muchas pollerías propiamente dichas ofrezcan como plato de moda arroz chaufa como complemento (amén de la porción de papas fritas) del pollo a la brasa, un formato que debería irse patentando no solo por la sazón de cada uno de estos conceptos culinarios, sino también por su rentabilidad. El Restaurante-Pollería Wong King (en sus dos pisos) es prueba de ello, aunque en el exterior y hasta en el interior no luce letras chinas ni colores rojo y dorado, acaso alguno adorno ornamental chino o la carta escrita en caracteres chinos y su pronunciación fonética en español.
Y sea el Four Seas, el Wong King, el Haaka o A Su Gusto, entre otras chifas, se pueden degustar el jacao, el siu mai, el enrrollado primaveral, el tamal chino, las uñas de cangrejo; xiao lon pao shang hai (bocadito cerrado y caldoso); los clásicos min pao con lap cheon o rellenos con dulce; las esferas de chin tou con ajonjolí. Son olvidarlas sopas de patitita a vapor o la de arroz (chuk).
Las carnes de chancho, pato o gallina –deshuesados o no- en diversas especialidades también están presente, sin dejar atrás el pa chi kay (gallina al vapor), como la sopa wantán con tallarines, entre otras decenas de alternativas en la lista. Ni que decir del estofado de holoturia (pepino de mar) o el clásico pejesapo a vapor.
Adicionalmente, una costumbre que ha quedado como legado de la pandemia de la Covid-19, es que la atención de pedidos se pueden hacer vía telefónica (whatsapp) o mediante plataformas sociales (eso sí, si es a vapor no se recomienda porque enfría rápido y recalentado no es igual), pero si se desea un banquete (aunque chico) es preferible hacer una visita directa al establecimiento y esperar para paladearlo allí mismo.
(Texto tomado de la periodista
Nora Sugabono, diario El Comercio).

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