Naruhito de Japón cumple 62 años

Se cancela su saludo tradicional por tercer año consecutivo

El onomástico del emperador, es declarado también Día Nacional en Japón

Si Naruhito asumió la responsabilidad de emperador de Japón, tras abdicar el ahora emérito Akihito, siendo el primero en hacerlo en más de 200 años y poniendo fin a la era Heisei (“Logrando la paz”), el 30 de abril de 2019, el primogénito difiere en muchos aspectos en relación a sus predecesores y a las rigurosas tradiciones imperiales.
Con Naruhito (徳仁?) /na’ɺ̠ɯçito/ (Tokio, 23 de febrero de 1960), cuyo nombre completo es Hiro-no-miya Naruhito Shinnō (浩宮徳仁親王?), que acaba de cumplir 62 años, se inició el tiempo Reiwa (“Bella armonía”). Y eso va aparejado a que es el primer soberano nacido post la II Guerrra Mundial, por la crianza hogareña recibida de sus progenitores y pasar largo tiempo en el exterior, para recibirse profesionalmente con honores; primero en la Universidad Gakushuin de Tokio con licenciatura en Historia, luego en el Merton College de la Universidad de Oxford (Reino Unido) y un doctorado en Gakushuin con una tesis sobre el transporte en el río Támesis (Londres) y en vías fluviales, que exteriorizó con su leído libro “El Támesis y yo”.
Recordemos que cuando se sentó en el Trono del Crisantemo se comprometió a trabajar como símbolo de la nación y la unidad de sus súbditos: “Prometo que siempre pensaré en la gente y, al acercarme a ellos, cumpliré con mis deberes como símbolo del Estado y la unidad de los japoneses, de acuerdo a la Constitución”, puntualizó un primero de mayo.
Los antecedentes de Naruhito y su esposa, la emperatriz, Masako, ex diplomática, mantienen grandes expectativas en el pueblo respecto de un perfil más internacionalista. Sus estudios y experiencia de vida en el extranjero despiertan las esperanzas de que puedan lograr una renovada inserción en el mundo.
Si bien la pandemia de la coronavirus y sus secuelas han restringido sus salidas de Palacio Imperial y recibir el saludo presencial de sus connacionales, eso no ha sido óbice para generarle mayor simpatía e interés, porque predomina en él una personalidad admirable y ha despertado nuevas esperanzas.
Eso lo demuestra cotidianamente en su labor de esposo y padre: Masako, debido al estrés, hubo de enfrentar el denominado “síndrome de adaptación”, frente a la tensión de la vida imperial y a la presión de no tener un hijo varón, y Naruhito la defendió a rajatabla ante las críticas suscitadas; igualmente, forma parte activa en la crianza de la princesa Aiko,
Esa perseverancia y fuerza lo resalta ante la zozobra y la incertidumbre de la pandemia, pues sigue paso a paso las tareas de bioseguridad que recomienda e impulsa el Gobierno ante la emergencia sanitaria, así como demuestra preocupación con sus llamados a la paz ya la concordia en el continente asiático, frente al armamento nuclear y a los ensayos de mísiles que realiza, en forma reiterada, el vecino norteño de la península coreana.
Una vez más, Naruhito, el emperador número 126, desde el balcón del Palacio Imperial, en este onomástico, no pudo recibir la aclamación de los japoneses, pero su figura mantiene peso específico como símbolo de la unidad.

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