SOLO BUSES ELÉCTRICOS

Transitan en ZEE de Guangdong (Cantón)

Foto: El Universal

Shenzhen, la gran ciudad tecnológica del sur de China, tiene 18 millones de habitantes y cuenta con una red de autobuses públicos 100% eléctrica, todo un laboratorio de la transición energética. Fue, además, la primera gran urbe del mundo en optar en 2017 por autobuses totalmente eléctricos, que llevan a los usuarios en silencio y sin emitir CO2.
La ciudad, limítrofe con Hong Kong y sede de numerosas empresas tecnológicas, ha electrificado también la mayoría de sus taxis. Actualmente, China es el mayor emisor mundial de gases de efecto invernadero, y depende en un 60% para la producción de electricidad. Pero el gigante asiático es también el país que más invierte en energías renovables.
Siguiendo la política de Shenzhen, otras ciudades chinas han anunciado el objetivo de contar con transportes limpios de antes de 2025. A poco tiempo de la COP28 de Dubái, el caso de esta ciudad demuestra que es posible electrificar rápidamente el transporte público, lo que contrasta con la lentitud mostrada en países occidentales.
Los autobuses contribuyen menos al calentamiento global que los coches y los camiones. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) estima en un 5% la reducción potencial de las emisiones debida a los buses, en un escenario de neutralidad carbono en 2050. A ello se añade que los autobuses eléctricos mejoran de inmediato la calidad del aire que respiran los vecinos de una ciudad.
La producción de electricidad en China depende no obstante en un 60% del carbón. Pero como demuestra el caso de Shenzhen, el uso de autobuses alimentados con electricidad generada íntegramente a base de carbón resulta en emisiones inferiores a las de los autobuses diesel.

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