HISTORIAS DE VISITA PRINCIPESCA

Akihito y Michiko en Lima

Foto: Diario El COMERCIO

“Las insólitas historias que se no se revelaron de la visita del príncipe japonés Akihito y su esposa al Perú en 1967” es el titular del diario El Comercio, sobre nota de Jean Pierre Andonaire Villegas, que rememora la visita realizada en mayo de 1967 y que durante su permanencia, en un periplo que cubrió tanto Argentina como Brasil, ocurrieron unos hechos que pasaron, en su momento, desapercibidos.
La pareja imperial, más tarde elevados a emperadores –a la muerte del soberano Hirohito-, tras aterrizar en el aeropuerto Jorge Chávez emprendieron ruta –acompañados del presidente Fernando Belaunde Terry- hacia Palacio de Gobierno; y a la altura del Colegio Sophianum recibieron el saludo de jóvenes nikkeis vestidas con coloridos kimonos y arreglo floral; descendieron del vehículo y subieron a otro carro descapotable para continuar con el desplazamiento.
Minutos más tarde, cuando pasaban por el jirón de la Unión (cuadra 6), a la altura de la Calle La Merced ante la mirada de vecinos y transeúntes, sorprendió una ráfaga de disparos casuales de una metralleta de un integrante de la Guardia de Honor, felizmente sin causar heridas, dejó huellas de los casquillos quedando como mudos testigos, y el sonidos de las balas pasó inadvertido por el intenso bullicio que se vivía en el vecindario.
Un comisario de la ciudad de Trujillo de la entonces Policía Nacional de Investigaciones (PNP), de ascendencia japonesa J. Yamakagua, fue designado por el Gobierno peruano para formar parte del Comando Especial de Vigilancia del Personal de Seguridad del Estado, compartiendo esa tarea con el agente Kazuo Kawamura y otros efectivos japoneses.
Akihito y Michiko, en su estadía, en compañía del presidente Belaunde, inauguraron el flamante edificio del Centro Cultural Peruano Japonés (CCPJ), en Jesús María; en la ceremonia, a pesar de su avanzada edad, participaron seis japoneses (3 hombres y 3 mujeres), vestidos a la usanza de su prefecturay de origen, que eran parte de migrantes que arribaron en 1903; la suma de edades del sexteto superaba los 550 años. Posteriormente, Michiko hizo una visita al Asilo de Ancianos de Desamparados, donde estaban alojados unos 50 japoneses, compartiendo gratos momentos y haciéndoles entrega de presentes.
La pareja arribó al país en un avión DC-8, matrícula JA-8017, conocido como Banxdai (que podría traducirse “eternamente inalterable”), que pertenecía a la empresa Japan Air Lines (JAL), cuyo representante en el Perú era el tusan Alfonso Macchiú. Al mando de la nave estaba el capitán Haduo Odagiri (ex piloto de los cazas Cero en la II Guerra Mundial), con una experiencia de pilotaje de 25 mil horas.

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